lunes, octubre 03, 2005

No tienes que decírmelo...

Desperté una vez más, maldiciendo el haberlo hecho, con sabor a alcohol en la boca soló para encontrarme con mi vida, o parte de ella, porque ahora que lo pienso realmente no sé ni me di cuenta de cuando ni donde perdí el resto de ella.
Escucho la lluvia en mi ventana pero al acercarme me doy por enterado de que sólo llueve para mi, probablemente tú seas la culpable. Traté de recordar pero descubrí que no había más memoria que la que construí contigo y que hoy me hace sangrar desde lo más profundo de mi corazón inerte al cual se le olvidó como funcionar desde que te fuiste y me abandonaste, pero ahora que lo pienso no te perdí porque en realidad nunca te tuve.
Bajé hasta el infierno para hablar con Dios pero noté que no me escuchaba, ya lo sé, no dije ninguna palabra.
Afuera llueve ácido, el mismo que cae de mi ojos cuando te veo pasar con otro, podría gritarte pero aún así te será demasiado débil el sonido de mi voz, si es que todavía la conservo o aprendí a decir algo más que: "Te he amado toda mi vida"
No he sido capaz de hablarte: ¿Perdonarías mi cobardía?
Realmente no se si quiero estar aquí, si es que en verdad estoy, aunque en verdad no importa nada de eso porque no se como sentir, pero tú lo sabias ¿No es así?
No quiero volver a dormir, no otra vez, mis sueños son el único lugar donde nunca puedo recordar tu rostro ni tu voz; todas suenan igual para mi.
Acabao de ver a mi niñez caminando por la calle tomada de tu mano, ya no me cabe ninguna duda, te has llevado todo de mi...me levanto para verme en un espejo lleno de miedo por lo que veré, pero una vez alzo la vista no puedo evitar una sonrisa porque lo que veo no es mi propio reflejo, sino que son tus ojos diciéndome, ya lo sé; cobarde...